
Tengo como siete años con la idea de comprar un tiburón Tailandes, me parecen demasiado lindos… sin embargo, últimamente me he dado cuenta que son unos peces bastante peculiares, y con algunas contradicciones.
Empiezo diciendo, que pueden llegar a medir dos metros y medio de longitud, y que aparentemente, no dejan de crecer aunque su ambiente no sea del tamaño adecuado (lo que quiere decir, que en algún momento mi pecera de 50 galones será insuficiente y tendré que enviarlo al patio con el perro… espero que se lo coma… al perro, quiero decir).
Y bueno, digo que son contradictorios, porque a pesar de ser increíblemente peligrosos, también son increíblemente delicados. Por ejemplo, en los extremos de sus aletas dorsal y pectorales, cuentan con púas que pueden partir a un ser humano a la mitad; sin embargo, también son criaturas demasiado estresadas, por lo que si se mantienen en un acuario, pueden llegar a lastimarse ellos mismos, golpeándose contra las paredes de la pecera.
Como nota curiosa, existe una creencia tailandesa y vietnamita, que dice que quien coma su carne tendrá una larga y próspera vida. Debido a esto, existe una festividad durante el mes de abril, en que se dedican sólo a la caza de esta especie, para compartir su carne entre todos los participantes. Por este hecho, estos tiburones escasean al punto de restingrir su captura.
… Yo no quiero un tiburón para comerlo… sólo para verlo, cuidarlo y quererlo… aunque leyendo esto, se me quitaron las ganas; yo estresada, y mi mascota también… es algo para reflexionar.
Por el momento, seguiré admirando mis cuatro colas y mi telescopio. Hasta ahora, no les ha dado por inmolarse contra la pecera.